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domingo, 10 de mayo de 2015

El monstruo del suelo en #Domingosilustrados

Este domingo no sólo traigo un dibu para #Domingosilustrados, también un cuento. En alguna ocasión lo he comentado, me gustaba escribir cuentos a mis sobrinas en los que ellas fueran protagonistas, y siempre me inspiraba en situaciones reales.


Pero en esta ocasión es un cuento basado en algo que me pasa muy a menudo, y con lo que creo que mucha gente se sentirá identificada. Este cuento no es sólo mérito mío, mi pareja, el cual ya ha estado presente en más de un Reto Facilisimo, ha sido participe de la creación de esta historia.

#Domingosilustrados

El monstruo del suelo

Clara era una chica como otra cualquiera... Bueno, como otra cualquiera, no. Desde pequeña se veía que tenía mucha creatividad, siempre andaba imaginando y haciendo cosas nuevas. Cosía trajes de papel a sus muñecas, les hacía muebles con envases, pintaba, escribía poesía... Era un poco el bicho raro entre el resto de los niños del barrio, cuyo máximo logro era aprenderse de memoria los nombres de todas las evoluciones posibles de Pikachu. Dicen que uno de ellos llegó a tronista, pero no hay pruebas y tampoco viene al caso ahora.

Pero volvamos a Clara. Desde que comenzó con sus actividades creativas se dio cuenta de algo llamativo, un problema recurrente que le provocaba no pocas inquietudes. Si estaba recortando formas y se le caía una al suelo, no la encontraba al agacharse a por ella. Había desaparecido. Lo mismo sucedía con cualquier pieza o parte pequeña que, por una razón u otra, acabara en la moqueta de la habitación. Pero no le pasaba a ella sola, cuando su madre cosía y se le caía una aguja, al agacharse tampoco era capaz de localizarla la mayoría de las veces.



Era toda una rareza, nadie sabía lo que pasaba. La gracia es que cuando algo caía al suelo desaparecía ¿Pero todo? Todo no, sólo aquello que era importante para el trabajo que estaba haciendo en ese momento y siempre que no superase cierto tamaño. Había veces que el objeto o pieza desaparecía sin más y otras que después de varios días aparecía; cuando esto pasaba Clara se decía:
- ¡Anda, la pieza que se cayó!. Como ya no me sirve la meteré en la caja de los "porsiaca" que lo mismo me vale para otra cosa.
Siempre se repetía la misma historia, incluso a veces se enfadaba por pura impotencia. ¿Por qué las piezas pequeñas importantes que se caían al suelo desaparecían? Durante años fue un misterio  y un problema que le llevó a adoptar múltiples soluciones para intentar solventarlo: redes alrededor de la mesa, sistemas de iluminación a ras de moqueta, amaestrar un hamster para buscar los componentes caídos, detectores de movimiento...

Un buen día, Clara estaba enfadadísima porque le habían desaparecido tres veces unas orejas para unos fofuchos, ¡No era ni medio normal! Y se lo comentó a su novio, a quien la historia le sonó terriblemente familiar. Era modelista y más de una vez se le había caído alguna pieza de una maqueta al suelo y perdido, si no para siempre, al menos sí por unos días. Entonces se lo explicó:
- ¿No sabes que eso es el monstruo del suelo?
- ¿Monstruo del suelo? Tú no estás bien.
- Que sí, veras: en todas las casas vive uno, y cuando se cae algo pequeño se lo traga. Por eso nos agachamos y nunca lo encontramos, porque él ya se lo ha comido.
- Fascinante. 
- Viven en todas las habitaciones y casas, en cualquier clase de suelo y, especialmente bajo las alfombras o similares. Los de las moquetas, como el que te viene amargando la vida desde siempre, son los más voraces. Los de suelo de tarima, como el mío, comen menos y suelen devolver las cosas, salvo la típica pieza transparente pequeña que se ve muchísimo en la maqueta y que justo cuando estás a punto de acabarla se cae. Me ha pasado un par de veces, y de esa te puedes despedir, como si lo hiciera adrede.
- ¿Y se puede hacer algo al respecto?
- Nada. Sólo convivir con ello lo mejor que se pueda y tener cuidado. A mi monstruo incluso le he puesto nombre, se llama Federico.
- ¿Ves como no estás bien?

El monstruo del suelo

Aunque esto le sirvió a Clara para constatar, definitivamente, que su novio era un tipo peculiar, ahora ya todo tenía sentido. El monstruo del suelo se había tragado durante años sus cosas y lo más seguro era que cuando algo aparecía a los días, como las agujas, se debía a que le sentaba mal y lo vomitaba.

Y la verdad es que tras conocer de la existencia de este monstruo, dejó de enfadarse cuando algo no aparecía al caer al suelo, simplemente pensaba que tenía una mascota a la que alimentar y sin ningún cuidado más, lo que a fin de cuentas es un chollo.

¡Ah,bueno! Eso sí, ya ambos tienen claro que su próxima casa será sin moqueta.

Ilustración de Álvaro Álvarez
Espero que os haya gustado este cuento. Podéis visitar el grupo de facebook de #Domingosilustrados si quereis ver muchas más ilustraciones.

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